SAN MIGUELITO, LA IGLESIA DEL BARRIO MÁS ANTIGUO DE TLACOTALPAN
Ubicado en el corazón del antiguo “barrio de indígenas o naturales”, el último en ser conquistado por los españoles.
Por Cristóbal Salamanca Andrade
Haciendo una recopilación de diversos historiadores y cronistas de esta ciudad, se dice que en 1604, después de haber sido escuchado los clamores de la republica de naturales exigiendo un espacio donde pudieran vivir de manera digna, aquellos pescadores que se establecieron en Tlacotalpan, fueron congregados en la cabecera de la población y se forma con ello el barrio de naturales, conocido más adelante como el barrio de San Miguel.
Esta sección de la población, era bañado por el arroyo “San Cristóbal” el cual era alimentado por el rio Papaloapan, y que bajaba por la hoy calle Anaya y terminaba en una laguna la cual se ubicaba en la hoy Plaza de San Miguel, con el paso de los años y el crecimiento de la población, el arroyo y la laguna segaron.
La Iglesia de San Miguelito, con ese cariño en particular que le ha bautizado la población desde tiempo inmemorial, inicialmente construido de guano y fue fundada con la conquista espiritual de la región a mediados del siglo XVIII, siendo un principio, una construcción modesta, de una sola nave, y levantado en uno de los montículos que existían a las afueras de la población.
Humberto Aguirre Tinoco, señala que en 1786 se le hacían reparaciones al retablo mayor y se techaba el templo, fue escenario de un ruidoso motín de indígenas que se querían gobernar por si solos con total independencia del Cabildo Español.
Desde 1810, se venera en este lugar, la imagen de la Virgen de la Soledad, venerada e invocada como “la solita de San Miguel”, imagen que fue encontrada en la humilde choza de un indígena ubicada en el montículo bautizado por este hecho como “Cerro de la Soledad” (hoy en día el cementerio municipal) en ocasión a una terrible peste, ante esta aparición milagrosa, el pueblo la invocó y la peste cesó.
Juan Nepomuceno César Campos, en su historiografía de 1858, señala textualmente que la iglesia de San Miguel, estaba situada en la plazuela del mismo nombre, que presentaba una construcción modesta compuesta de una sola nave con techo de teja y que tenía una pequeña torre al frente. Por los costados y por el frente la circundaba una cerca de madera con plantas, flores y palmeras de coco, que ofrecían a la vista, un agradable jardín de donde sobresalía la Iglesia.
En 1885 se reconstruye el templo, se amplía a 1 nave central y 2 laterales, la fachada frontal y lateral con influencia neoclásica, por la parte trasera se agrega un camarín en forma de medio círculo, para en el colocar la imagen de “La Preciosa Sangre de Cristo”. Se limita el atrio, levantándose una barda de mampostería por todo el rededor de la iglesia. De la fundidora del Presbítero Don Feliciano Noel, se funde las campanas: La Inmaculada Concepción, San Miguel y la Solita. En esta misma fundidora, se fabricaron las flautas que componía el extinto órgano tubular con el que se armonizaban los actos litúrgicos de este templo.
Para 1888, se acondiciona y se eleva una de las torres de la iglesia para colocar en ella, el reloj de una caratula el cual se ubicaba en el templo parroquial desde 1842, el mismo reloj que hasta hoy en día sigue funcionando.
Se desconoce el origen de la devoción y de la misma imagen de San Miguel que se venera en esta iglesia. En 1902 el literato Don Cayetano Rodríguez Beltrán, hace una referencia en su libro “perfiles del terruño” con respecto a la fiesta del poderoso arcángel que sometió a luzbel. Una fiesta religiosa, donde después de asistir a la solemne misa armonizada con coro y orquesta, era la fiesta del popo, donde las damas de todas las edades del barrio, preparaban esta prehispánica bebida, para el deleite de todos los asistentes, acompañándola con tamalitos de anís, nata y maíz morado.
En la época revolucionaria, la iglesia de San Miguelito, se ve envuelta en un problema de tinte religioso, la misma situación que se suscitó en 1786 cuando los habitantes del barrio querían ser independientes del cabildo español, el mismo caso fue pero en el marco religioso. Los fieles y el capellán de San Miguel, buscaban la manera de que este templo fuera elevado al rango de parroquia, y así independizarse de la sede parroquial de San Cristóbal, hecho que acentuó más la rivalidad entre los habitantes del barrio de arriba con los habitantes del barrio de San Miguel. Sin embargo, la insistencia y presiones, no tuvieron éxito, y San Miguel siguió como hasta hoy en día perteneciendo a la jurisdicción parroquial de San Cristóbal.
Recopilación y redacción de Cristóbal Salamanca Andrade. Mayo de 2016